Datos de interés:El castillo de Villalba es una fortaleza militar situada sobre una colina del municipio, que anteriormente se le conocía por Villalba del Alcor.
Esta fortaleza está dentro del grupo de las surgidas en el proceso de fortificación originado por las disputas fronterizas entre los reinos de León y Castilla en el siglo XII.
Está integrado dentro de un triángulo defensivo en el que también se encontraban los bastiones de Montealegre y el ya desaparecido de Valdenebro de los Valles.
Todos los castillos que componen esta línea defensiva, se encuentran situados entre sí a escasa distancia, a fin de poderse comunicar visualmente y, en su caso, auxiliarse entre sí con la máxima agilidad.
La primera referencia conocida data del 10 de junio de 1140, fecha en la que la infanta-reina castellano-leonesa Sancha Raimúndez, fallecida en 1159, hermana, nombrada también reina, del rey Alfonso VII de León, (1105 – 1157), entregó Villalba a la orden de San Juan de Jerusalén.
Después de la primera cruzada, regresaron a España los caballeros hospitalarios de la orden de San Juan de Jerusalén, la cual se fundó en el año 1020, y aquellos la recibieron con el título de encomienda, realizando fuertes obras en la villa a fin de ponerla a cubierto de sus enemigos, debiéndose seguramente a ellos el castillo, las murallas y los torreones.
A finales del siglo XII los reinos de León y Castilla se encontraban en lucha por el control de la tierra de campos, siendo entonces frecuente la táctica de entregar a las órdenes militares los dominios territoriales en litigio.
En el caso de Villalba, sin embargo, el Papa Celestino III, impidió en 1193 que la orden de San Juan de Jerusalén se inmiscuyera en estas contiendas territoriales.
Al año siguiente se paraliza, de momento, la contienda con la firma del Tratado de Tordehumos, situación que es aprovechada por Alfonso VIII de Castilla para donar Villalba al noble linaje castellano de los Meneses.
Será Alfonso Téllez de Meneses, hijo de Tello Pérez de Meneses, el que, según unos autores, reforme la fortaleza, incorporándole su escudo en las claves de las bóvedas.
Tello Pérez de Meneses recibió del monarca la villa como pago por su participación en la conquista de Cuenca, fundando en ella el monasterio cisterciense de Matallana.
Existe otra referencia posterior, situada durante el efímero reinado de Enrique I, en el que se sucedieron diversas algaradas de éste monarca contra la infanta Berenguela y sus partidarios, entre los que se encontraba Alonso Téllez de Meneses, señor de Villalba.
Así en 1217 esta villa es cercada y penetrada sin apenas resistencia por el rey, dada la ausencia de su señor.
Cuando este último vino, se animaron sus servidores, y después de una lucha por las calles del pueblo, la victoria se inclinó del lado local, teniendo el rey que retirarse a Palencia.
A mediados del s.
XIV, durante las luchas entre Pedro I de Castilla y el infante don Enrique, Villalba fue tomada por las tropas del rey al preferir los Meneses refugiarse Montealegre.
En 1365, tras la muerte del último de los Meneses, los bienes de esta familia son donados por el rey Enrique II a su hermano Sancho.
Su hija Leonor casó con el infante Fernando, que en 1409 permutó Villalba y otras propiedades por Castrojeriz a la familia Acuña que, a su vez, en 1456 se la venden a los Vivero.
Villalba volvió a ser noticia como consecuencia de los conflictos de poder en el reinado de Enrique IV de Castilla, al ser tomada violentamente en 1469 por el conde de Benavente, Rodrigo Alonso de Pimentel.
Poco después, este noble encargó al cantero Juan de Lierganes la reconstrucción del castillo y muralla.
En la guerra contra Portugal, tras la batalla de Baltanás en 1475 Alfonso V de Portugal se hizo con las fortalezas de Villalba, Portillo y Mayorga como pago del rescate del conde de Benavente.
Acabada la guerra, Rodrigo Alonso de Pimentel recobró sus propiedades.
Inés de Guzmán pleiteará para recuperar su villa de Villalba, pleito que continuó y ganó su heredera, María de Tovar, junto a su marido el condestable de Castilla, Íñigo de Velasco, en 1500 ante el Consejo Real.
Cuenta la historia que al subir al trono de España Carlos I y al comenzar las guerras de las Comunidades, Juana la Loca, con el féretro de su esposo, estuvo algún tiempo en el castillo de la villa, donde se creía segura bajo la salvaguardia de su titular el por entonces condestable de Castilla, Bernardino Fernández de Velasco, al ser este partidario acérrimo de su hijo.
En 1520 se trasladó esta desgraciada reina a Tordesillas.
Don Íñigo Fernández de Velasco, hijo de Bernardino, obtuvo la confianza de Felipe V, hasta el punto de ser encargado en 1528 de guardar en su castillo al Delfín de Francia y a su hermano el duque de Orleans, como rehenes hasta que su padre, Francisco I de Francia cumpliera el tratado suscrito después de la batalla de Pavía.
En tiempo de Felipe V, el conde de Castilnovo instruyó el oportuno expediente sobre el señorío y jurisdicción que tenía de Villalba.
El rey Carlos III, por real cédula expedida en 27 de junio de 1773, confirmó la posesión del conde.
Quiso éste a su vez extender más aún sus derechos, a lo cual se opuso el pueblo, terminándose el pleito por ejecutoria de 18 de agosto de 1778.
El conjunto de fortificaciones de Villalba de los Alcores está constituido por 3 recintos en forma de cuadrilátero, protegido con 8 cubos cuadrados, de elevación considerable, en cuyo coronamiento se conservaban hasta hace muy cortos años los robustos modillones sobre los que se alzaban graciosos almenares, a semejanza de los que guarnecían los cubos y torreones que circundaban la población.
El recinto más externo se encontraba la muralla de la villa, de la que hoy se conservan algunos restos.
El segundo recinto es la barbacana del castillo.
El castillo es de planta rectangular y se articulaba en torno a un patio de 2 alturas con bóvedas de crucería, más propio de un monasterio cisterciense que de un castillo.
Contaba con 7 torres macizas y 2 con estancias interiores, hoy desaparecidas.
En la elevaba torre del homenaje, puede observarse todavía una hermosa ventana de tipo bizantino, exornada con delgados pilares y caprichosos capiteles, sobre los que se sostiene y descansa el medio punto.
En uno de los patios interiores se conserva otra ventana en la que se descubre el tipo oriental que trajeron los soldados de la cruz a su primer regreso de los campos de Palestina.
Estado: Ruinas
Visitable: Si
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