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El término de Arcos ha estado habitado desde muy antiguo, habiendo pasado por estas tierras pobladores celtas, romanos, visigodos, árabes y cristianos.
Pero es en la edad media, cuando Arcos de Jalón supuso un punto clave en el paso natural entre Castilla y Aragón, siendo su castillo, junto con los de Montuenga, Somaén, Jubera y Medinaceli, una importante fortaleza desde donde controlar el acceso a Aragón, contando para ello con una extensa red de atalayas.
Su primer propietario conocido es Fernán Gómez de Albornoz y Luna, en tiempos de Alfonso XI.
En la crónica de Pedro I se menciona la existencia de esta fortificación que perteneció a varias familias nobiliarias, entre ellos los condes de Medinaceli por la unión de las casas de Luna y de la Cerda, 2 de los blasones más importantes de la Castilla bajo medieval (el castillo permanecería en posesión de estos últimos hasta el siglo XIX).
Será Pedro I el Cruel, quien tomará la villa en el año 1358 como consecuencia del apoyo prestado por la familia Albornoz a la causa del Trastámara.
El castillo de Arcos a conocido conflictos como el de las guerras de la Raya entre castellanos y aragoneses.
Madoz, en 1850, hace una extensa referencia al castillo de Arcos de Medinaceli cuando escribe «…Sobre el cerro que domina la villa por el lado oeste, subsisten los muros de un antiguo castillo, propiedad del Excmo.
Sr.
duque de Medinaceli, que fue alcaide del mismo, conservándose aun sus cuatro fuertes muros algo desmoronados; su entrada principal debió ser por la parte del norte; y en la del sur hay todavía un torreón muy sólido, parte de piedra blanca y parte de cal y canto, sin escalera, pisos ni divisiones, en el que se ve un arco de grande dimensión …»
El castillo fue construido en el siglo XIV por los cristianos sobre la primitiva fortificación árabe a base de sillarejo y sillería en las esquinas.
La singularidad de esta fortificación radica en el empleo de doble hilada de ladrillo en la fábrica, cuya finalidad es constructiva, pero también estética destacando los frisos rojizos entre el revoco de la mampostería.
Es un sistema de construcción con claras raíces mudéjares vinculadas probablemente con la abundante población de este origen en la villa y la relación con las vecinas tierras aragonesas.
El castillo se adapta con una estructura simple y planta triangular a la topografía alargada de un espigón elevado que avanza sobre la población dividiéndola en 2.
Cuenta con una sólida torre del homenaje adosada a los lienzos de la muralla Este (esta muralla conserva casi toda su altura al contrario que la occidental, casi desaparecida).
La torre es casi cuadrada de 12,8 x 12,6 metros y unos 16 metros de altura, con gruesos muros de 2 metros.
Disponía de acceso en alto, en lo que hoy es un derrumbado y gigantesco hueco, que junto con 2 minúsculas saeteras son los únicos huecos que dispone al exterior, lo que la confiere su apariencia de solidez.
En el interior aún pueden verse los restos de los apoyos que delimitaban las plantas de una torre que debió de contar en origen con mayor altura y que hoy día está totalmente desmochada.
El recinto, que contaba con un gran aljibe el cual hoy se encuentra cubierto y explanado.
La puerta de acceso a este recinto se encuentra en el muro Este, al lado de la torre del homenaje y sobre ella se encuentran los escudos de armas de los Albornoz y Luna.
En el perímetro murado pueden distinguirse los arranques de algunos torreones que fortalecían la defensa.
Estado: Ruinas
Visitable: Si
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