Datos de interés:
La torre de Martiartu, en Erandio Bekoa, está ubicada en la parte inferior de la ladera del monte Unbe, dominando la vega del Udondo, comparte espacio con urbanizaciones, algún que otro caserío que aún se mantiene en pie, los ecos de las fábricas cercanas y todo el entramado de accesos a los hoy populosos municipios de la Margen Derecha de la ría del Nervión.
La torre de Martiartu, toma el nombre de uno de los últimos linajes que participaron en las luchas entre oñacinos y gamboínos, es un resto de aquellas feroces guerras medievales que se libraron entre las noblezas rurales del País Vasco.
Estos conflictos tenían como causa última la búsqueda de la defensa y el fortalecimiento de las bases económicas y humanas del linaje, debilitado por las crisis económicas que sacudieron Europa en el siglo XIV.
Lo de las bases humanas merece una reseña aparte, dada la fogosidad de los señores rurales como Martiartu, no sería una interpretación excesivamente descabellada la de vincular lo prolífico de esta nobleza aldeana con las escabechinas, robos y demás trapisondas que liaron en aquellos años de escasez,
La torre de Martiartu estaba estratégicamente ubicada.
Controlaba las rutas que unían el puerto y la villa de Plencia con Bilbao y con el interior del Señorío a través de Asúa, Zamudio y Larrabetzu.
Pero no sólo esto, a su lado se encontraba la ermita de San Antonio y cerca, un molino que antes fue ferrería.
A cuenta de los distintos peajes y diezmos, esta cabeza de célula económica que era la torre de Martiartu consiguió ir medrando entre el resto de las familias de la zona, sobre todo a raíz de su enlace con el linaje de Getxo.
Pero la juventud belicosa de este baluarte llegaba a su fin.
Ya antes de los Reyes Católicos, aquella espléndida construcción que levantara Martín Ortiz de Martiartu fue quemada y derrocada.
Se habían terminado los tiempos de esplendor para la nobleza rural y ya sólo les quedaba pedir al rey, tal y como hicieron, una indemnización por el derribo de la torre.
La nueva torre, que data de principios del siglo XVI, mantiene la estructura castrense.
Aunque se había reformado completamente, los que se encargaron de diseñar la renovación mantuvieron la línea de torre medieval, volumen paralelepípedo, gruesos muros, escasos huecos, acceso sobre patín (elemento arquitectónico que permite acceder, de forma directa desde el exterior, a las plantas altas de las construcciones), tiene presencia de almenas y garitones.
Con el transcurrir de los años, se fueron sucediendo los propietarios y, ya en 1946, los herederos del marqués de Villarías vendieron la torre a los inquilinos, los Aretxederra, por 450.
000 pesetas.
Poco duró, sin embargo, la torre de Martiartu en estas nuevas manos, pues dos años después el Ayuntamiento de Bilbao llegó a un acuerdo con esta familia, según el cual el municipio costearía los materiales necesarios para la construcción de una vivienda (unas 60.
000 pesetas) alzada con la aportación gratuita de su trabajo por los mismos Aretxederra y que, una vez concluida, fue permutada por la casa fuerte.
El Ayuntamiento la restauró, cerró aquellos vanos abiertos para labores agrarias, y la vació por dentro, cruda metáfora del final de un tiempo que ya anunciaban los humos de las fábricas próximas, la cercana aparición del utilitario y los edificios de pisos.
Sin embargo, la torre continúa viva para aquellos que, como los niños que juegan en sus alrededores, recrean desde estas cuatro paredes las escaramuzas del viejo linaje de los Martiartu.
Estado: Ruinas
Visitable: Si
Enlaces: Más información.